Hace unos días acudí a la invitación que me cursó el conductor de televisión cañetana Lucas Simón Velásquez, para analizar la actual coyuntura política, social y económica en la Región Lima y su Provincia de Cañete.
Expresé que lo que ocurre en Cañete y en toda la Región Lima, es consecuencia de las decisiones e indecisiones que se dan desde las más altas instancias del Poder Ejecutivo, Congreso de la República y Poder Judicial, que son constitucionalmente los 3 Poderes del Estado Peruano, que rigen la vida institucional del país. De manera que, si estos poderes no cumplen a cabalidad con su rol, desestabilizan los cimientos de la vida democrática, social y económica de nuestra patria.
Sin embargo, todos los peruanos somos testigos de la diaria erosión que sufren los pilares de estas instituciones y sus dependencias a lo largo y ancho de todo el territorio peruano, incluyendo los predios de la iglesia católica, como el aberrante caso de los pedófilos del Sodalicio. No hay excepción en el oprobioso sistema imperante en el Perú, desde el mismo nacimiento de nuestra vida republicana.
Luego de un sintético análisis de los hechos cotidianos que se dan a diario en todo nuestra nación, concluimos en la urgente necesidad de refundar el país, lo que no es una utopía si todos los peruanos, organizadamente, sumamos voluntades para iniciar el histórico proceso de gradualmente cambiar las estructuras de nuestra patria, obviamente en democracia. Empecemos por una Asamblea Constituyente que reforme la nefasta Constitución Política del Estado heredada del sátrapa Alberto Fujimori.
Reflexionemos sobre el país que aspiramos heredar a las generaciones que nos siguen, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Es una responsabilidad histórica de quiénes hoy tenemos en las manos los instrumentos de decisión.
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