Cañete
no se toca…. A propósito de la
creciente inseguridad ciudadana
ESCRIBE:
Víctor Hugo Cárdenas Torres
Durante el
fragor de la fratricida “guerra sucia” entre los sanguinarios extremistas de
Sendero Luminoso contra las Fuerzas Armadas del Perú, durante las trágicas
décadas de 1,980-1,990 y 2000, la provincia de Cañete también sufrió ,en carne
propia, esos estragos, como la cobarde matanza de 8 Policías de la Comisaría
del distrito de Nuevo Imperial; de igual manera, alevoso genocidio con Policías
de la Comisaría del distrito de Pacaràn; ataques petardistas a locales públicos
y privados como, al local de la Policía de Investigaciones de Cañete (PIP), del
Banco Agrario, del Banco de la nación, de Cooperación Popular y; de Surmebanc en
el distrito de Imperial (hoy farmacia Carmelita).
Sin embargo,
de pronto, terminaron los ataques senderistas en la provincia de Cañete. ¿Qué
había sucedido?...según, crónicas policiales del Diario La República, trasuntó
que los altos mandos de Sendero Luminoso
y de las Fuerzas Armadas, habrían acordado una tregua en sus enfrentamientos
armados, es decir, no tocar a Cañete, como campo de batalla.
Y, ¿por qué
razón? Simple y llanamente porque, tanto
los altos mandos senderistas, como los
altos mandos militares, cuando se replegaban desde Cuzco y/o Ayacucho, bajaban
por Huancavelica, Huancayo y se dirigían hacia la paradisíaca Cuenca
Hidrográfica Yauyos-Cañete, para restablecerse de heridas, enfermedades y males
psicológicos que padecían como producto de las intensas luchas armadas. Por
ello, la decisión de, Cañete no se toca.
En plena época del 2,000, con el proceso
de pacificación del país, al ser capturados los cabecillas de Sendero Luminoso
como Abimael Guzmán Reynoso, Osmàn Morote etc. y; del MRTA, como Víctor Polay
Campos, Martha Huatay, etc. se amenguaron las acciones subversivas. Pero,
recrudece la delincuencia común en la provincia de Cañete, como los sangrientos
episodios protagonizados por “Django”, “Momòn” y otros tristemente célebres
delincuentes peruanos.
La siguiente etapa violenta se inicia
con la entrada en vigencia del Centro Penitenciario de Cantera, jurisdicción
del distrito de Nuevo Imperial. Gente allegada a los reclusos se comienzan a
afincar en diversos asentamientos humanos de toda la provincia, iniciando una
ola de actos delictivos, impulsando con “nuevas técnicas” los robos, asaltos,
crímenes, extorsiones, chantajes, violaciones sexuales, tráfico de drogas;
hasta llegar a nuestros días en que aparecen los “marcas”, sicarios,
mercenarios, sumándose a esa vorágine de violencia, los sangrientos y
criminales enfrentamientos entre grupos gangsteriles de construcción civil.
Se supone, que de todo lo referido,
tiene un diagnóstico el alto mando de la Policía Nacional del Perú: Cañete-
Yauyos. Obviamente, debe ser el principal insumo en la elaboración del Mapa
Delincuencial de Cañete, que debiera permitir la aplicación de sendas
estrategias de lucha contra toda lacra que azota a la sociedad cañetana.
Sin embargo, aplicando el concepto,
acción-resultado: los 200 mil cañetanos podemos decir con toda propiedad que el
accionar de la Policía Nacional del Perú-PNP-Cañete, es preocupantemente
deficiente. Conocemos de sus limitaciones en efectivos policiales y en materia
logística, pero, ello no es óbice para que se haya permitido un incremento tan peligroso de la delincuencia común. Es
decir, no se siente una acción policial dinámica, con mística y frontal contra
los enemigos de la sociedad cañetana.
No somos ajenos a que, lo que sucede en
Cañete, es el reflejo de una negligente falta de Política de Estado en materia
de Seguridad Ciudadana. Tanto el Presidente de la República, el Ministerio del
Interior, los Gobiernos Regionales y
Gobiernos Municipales, se han dedicado a la conformación de organismos
inoperantes como Comités de Seguridad Ciudadana, de Defensa Civil, de Lucha
Anti-corrupción,Juntas Vecinales,etc.. que se dedican a perder el tiempo en
reuniones estériles dizque de “análisis”, “diagnósticos” etc. pero, no se
acomete el meollo del problema. Peor aún, no se les dota de presupuestos y/o
partidas económicas para que cumplan con los objetivos trazados.
En síntesis, todos caen en un círculo
vicioso. Mucho discurso, mucha cháchara, mucho floro, mucho blablablá, mientras
que la delincuencia común le gana las batallas a la Policía Nacional del Perú,
que a su vez, mantiene desguarnecidas a nuestras ciudades y ciudadanos. Por
tanto, los 200 mil cañetanos demandamos, con todo Derecho: Buenos Resultados en
Seguridad Ciudadana.
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