Desde su incursión a la vida política nacional el sátrapa Alberto Fujimori Fujimori saboreó la sensualidad del poder y se propuso a refundar al Perú como su "imperio familiar". Como primer paso, dispuso que sus hermanas Rosa y Juana (ambas prófugas de la justicia) se hicieran cargo de la distribución de las donaciones de ropas que venían del extranjero. Así mismo, proyectó hasta el Congreso de la República a su hermano Santiago. También, designó a su cuñado Víctor Hiroshi Aritomi Shinto como embajador del Perú en el Japón desde 1,991 hasta el año 2,000.
Luego, despojó arbitrariamente a su esposa Susana Higuchi su condición de Primera Dama y se la adjudicó a su hija Keiko Sofía, evidentemente, para ir preparándola como su sucesora en el sillón presidencial. De igual manera, inició un especial aprestamiento político al infante Kenji, con las mismas miras de prolongar "su imperio perguano" por tiempo indefinido.
Para todo ello, contó con el maquiavélico "asesoramiento" de su mente gemela Vladimiro Montesino Torres, quién se encargó de "adoctrinar" a todos los Poderes del Estado Peruano, para colocarlos a los pies y voluntad del "chino" que se auto proclamó como "no caído del palto". Con todos los poderes en las manos, Fujimori cometió toda clase de tropelías: Corrupción generalizada en todo el aparato estatal. Crímenes de lesa humanidad como las cometidas por su sanguinario Grupo Colina. Desmontaje del sindicalismo vía asesinato de sindicalistas como la de Pedro Huillca Tecse de la CGTP. Ajusticiamiento abominable de estudiantes de La Cantuta y la salvaje matanza de los Barrios Altos, entre otras atrocidades de una mente transtornada por el poder político y económico.
La nefasta sucesión familiar de este engendro, es el que pretenden imponer sus "súbditos incondicionales". Afortunadamente, la mayoría de peruanos dignos y conscientes de tan nefasto decenio fujimontesinista, vienen evitando por dos campañas electorales consecutivas que la rolliza Keiko reedite los macabros lineamientos de su prontuariado padre.
Evidentemente, agotada la candidatura de la presuntuosa Keiko Sofía, ahora pretenden endilgarnos a un Kenji supuestamente "más democrático", "más concertador", "más humanitario", "más diplomático" que la hermana. Es decir, cambio de candidato presidencial de un hermano a otro, prevaleciendo la afiebrada consigna de "rescatar" el imperio fujimontesinista.
Corresponde al electorado peruano, desterrar de una vez por todas, las pretensiones "imperiales" de quienes han escrito las páginas mas tenebrosas de la reciente historia peruana. Hagámonos la puntual pregunta: ¿Serían presidenciales Keiko y/o Kenji si no se apedillaran Fujimori?
