Evidentemente, no escuchan ni la voz de su alma. Nadie tiene la libertad de atentar contra el derecho de los demás.Los derechos son relativos, terminan donde empiezan los de los demás.
Lo que viene sucediendo en la provincia de Cañete, es-literalmente- canibalismo. Lo demuestran las frías cifras estadísticas a nivel de la Región Lima, Cañete casi triplica en índice de contagio del COVID-19, a la provincia de Huaura, con la que tenemos similar cantidad de habitantes. ¿Qué nos diferencia a cañetanos de huachanos? Simplemente, en el pueblo del Norte Chico hay un mayor nivel de Cultura,por ende, un mejor discernimiento sobre la magnitud y riesgo mortal que significa la pandemia del COVID-19.
En Cañete, lugar donde vivo y amo de corazón, he conversado con mucha gente que deambula irresponsablemente por las calles, sin ton ni son, en horas de toque de queda, recriminándole por semejante inconducta que compromete la salud y la vida de todos nuestros conciudadanos, recibiendo como torpe y grotesca respuesta que ellos son los dueños de sus actos. Igual sucede con la gente que se resiste a guardar la distancia social.
Se trata de renegados sociales que aún no han aprendido a vivir en comunidad. Lamentablemente, Cañete es un mosaico de gente llegada desde diferentes partes del país, que no han aprendido a querer a esta tierra de promisión que los ha acogido con los brazos abiertos y que les permite oportunidades de desarrollo y bienestar.
Ojalá, aún tengan en el corazón un espacio para la reflexión y cambien de actitud, desterrando para siempre el estigma del canibalismo social.
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