NERÒN SE
REENCARNA EN CAÑETE
Escribe: Víctor Hugo
Cárdenas Torres
El Perú, es un país donde el
ingenio (léase “viveza criolla”) aflora en toda época y en todo lugar, la
parodia a los personajes de la historia universal están a la orden del día.
Esta vez, nos referimos a los émulos del pirómano emperador romano Nerón, según
cuenta la historia en uno de sus estados de delirio, incendió Roma, la mítica
Ciudad Eterna. He aquí, algunos de sus modernos émulos:
Ningún peruano se tragó la
píldora del “incendio” de los almacenes del Ministerio de Educación, en el
ocaso del segundo gobierno de Alan García Pérez. Previamente, diversos Medios
de Comunicación habían revelado graves indicios de corrupción en el millonario
manejo de los Textos Escolares que el Ministerio de Educación distribuía entre los millones de escolares del país. De
manera que, al parecer, la piromanía resultaría una eficaz herramienta para
convertir en cenizas las evidencias denunciadas.
Cundiendo el mal ejemplo,
en la misma época, en circunstancias en que se denunciaban presuntos casos de
corrupción en el gobierno municipal del folclórico locutor-alcalde del distrito de
Imperial-Cañete, Richard Yactayo Duran, “misteriosamente” el fuego se encargó
de incinerar los archivos de documentación municipal habidos en el Policlínico
Municipal “Ernesto Mispireta”, ubicado en Urb.Ramos Larrea de Imperial.
Recientemente, la piromanía
llegó a la Municipalidad Distrital de Nuevo Imperial, que tiene como alcaldesa
a la odontóloga Zulma Marggina Matumay Santos. También, en circunstancias en
que se ha puesto en tela de juicio los procesos de licitaciones de obras públicas,
por varias decenas de millones de nuevos soles, a pesar de que se pretendió
silenciar el hecho, trascendió la noticia sobre un “extraño” incendio en la
Biblioteca Municipal, en cuyos ambientes
se encontraban los archivos de varias dependencias de dicho municipio
como el de la Gerencia de Obras y Desarrollo Urbano.
Lamentablemente, todo queda
en la mas oscura y vergonzosa impunidad,
ante la inoperancia de todos los estamentos de fiscalización estatal, empezando
por las llamadas “Oficina de Control Interno” (OCI), que no previene nada, ni antes, ni en el momento, ni después de los hechos. Tampoco,
lo hace el Pleno de Regidores, cuya misión fundamental es la de fiscalizar la
cosa pública, la inmensa mayoría se acomoda a las gollorías que les
permite la repartija de las cuotas de
poder político con depredadores alcaldes.
Otro ente inoperante es la Contraloría
General de la República, institución extremadamente “generosa” con los
transgresores de la ley, a pesar de establecerse responsabilidades administrativas, civiles y penales en las
gestiones de gobierno, concluye en simples “recomendaciones”. Lo mismo pasa con
la Comisión de Fiscalización (¿¿¿???) del Congreso de la República, que no
solamente es complaciente con impresentables autoridades sino que hasta termina
galardonándolos en ambientes del parlamento nacional, caso Javier Alvarado
etc.etc.etc.
Igual o peores cosas sucede
con el Ministerio Público y el Poder Judicial, que evidentemente han llegado a
“tocar fondo” en materia de desprestigio institucional. Mientras no se produzca
un giro de 360 grados en la conducta funcional de los entes fiscalizadores del
país, irán aumentando inconteniblemente la cantidad de gobernantes pirómanos, que no vacilarán un
momento para incendiar los archivos de la administración pública, a sabiendas
de que aquí, no hay investigación ni castigo por “imitar” a Nerón.
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